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A modo de conclusión, la respuesta no está en quienes aún la habitan, sino en quienes obtienen de ella beneficios intangibles, aunque también imprescindibles para su calidad de vida: los habitantes de ese privilegiado lugar que es la costa penibética

En el año 2017 el geógrafo José Antonio Castillo Rodríguez acuñó este término para describir las cualidades y bienes del territorio montañoso para con su piedemonte costero y de las llanuras, y para exigir la necesidad de preservar sus valiosos paisajes y a las personas que en ellos viven como garantía de futuro.

Hubo crisis coyunturales durante el siglo XIX. La más catastrófica fue la de la filoxera en las décadas de los ochenta y noventa, que afectó gravemente a todas las solanas penibéticas, que fue el comienzo de una serie de crisis sistémicas

Desde los albores de la Historia, la montaña mediterránea ha estado poblada en mayor o menor medida. Unas veces como frontera ante las invasiones provenientes del mar, o a causa de diversos avatares políticos y sociales, otras como espacio en el que aprovisionarse de frutos, pastos, combustible, cera, caza, madera, resina, cal, minerales, agua, nieve, etcétera.